En nuestro viaje por la vida, es vital recordar que los retos son inevitables. Sin embargo, incluso en medio de las dificultades, nuestro Señor nos llama a superarlas. Lo hacemos fijando nuestros ojos en Jesús, cultivando un espíritu de gratitud y confiando en el plan de Dios, incluso cuando es difícil de ver. Puede que te apetezca decir: "Es fácil decirlo", o "Es más fácil decirlo que hacerlo", pero puedo asegurarte que innumerables hermanos y hermanas en Cristo se han enfrentado a tormentas similares y, por la gracia de Dios, han encontrado la manera de soportarlas y superarlas.
El peso del mundo
Las presiones de esta vida pueden resultar abrumadoras. Si eres estudiante, puede que recuerdes esos días en los que te atiborras de café y bebidas energéticas a altas horas de la noche para luego salir de un examen y recibir una nota profundamente decepcionante. Esa sensación de "¿para qué?" puede llevarte a un día de depresión o a un intento de apartar el fracaso de tu mente. Está el momento repentino y desgarrador en el que el ordenador se bloquea justo cuando estás terminando un trabajo importante, o el nudo en el corazón del mensaje "Se ha perdido la conexión a Internet" cuando intentas enviar un trabajo segundos antes de la fecha límite.
Fuera de la escuela, las ansiedades no cesan. Tal vez seas un recién licenciado que envía innumerables solicitudes de empleo que parecen desaparecer en un vasto océano de respuestas automáticas. Mis amigos han compartido sus propias luchas: uno siente que su currículum es barrido constantemente, mientras que otro bromea diciendo que debe estar en una misteriosa lista de "no contratados" porque no ha tenido una entrevista en meses, a pesar de estar sobrecualificada para muchos de los puestos.
Incluso el simple acto de consultar una cuenta bancaria puede ser fuente de preocupación, rezando en silencio mientras pasamos la tarjeta para que el pago se realice. Todos hemos sentido alguna vez esa pequeña oleada de alivio cuando funciona, sabiendo lo incómodo y humillante que habría sido si hubiera sido rechazada.
Volverse hacia Cristo
¿Cómo podemos superar estos tiempos difíciles? La Biblia nos dice que nuestra fuerza viene del Señor. En lugar de confiar únicamente en los consejos mundanos, prestemos atención a la sabiduría intemporal de las Escrituras: "La misericordia del Señor no cesa, ni se acaban sus misericordias; nuevas son cada mañana; grande es tu verdad" (Lamentaciones 3:22-23).
En primer lugar, debemos reconocer que estas situaciones suelen ser pruebas externas y temporales. Es sumamente útil tomarse un momento y mirar hacia dentro, reconociendo que nuestra paz proviene de una fuente mayor que nuestras circunstancias. Tómate tiempo para descansar y renovar tu espíritu. El acto más poderoso que podemos hacer es rezar. Abre tu corazón a Dios, escucha música de alabanza, lee la Biblia o reflexiona sobre un devocional. Para muchos de nosotros, escuchar música evangélica es una forma poderosa de acallar el ruido y volver a centrarnos en Cristo. Recuerda que siempre habrá desafíos, pero es a través de la paciencia y la calma como demostramos nuestra confianza en Dios. Intenta abordar el problema día a día, recordando que la curación de Dios lleva su tiempo. Y en medio de tu lucha, recuerda que no importa cuán grande sea tu carga, tu Padre Celestial te ve y cuida de ti (1 Pedro 5:7).
Cultivar un espíritu perdurable
Además, estamos llamados a mantener un espíritu de esperanza y gratitud. Como enseñó el apóstol Pablo : "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Cada adversidad, cada revés y cada angustia pueden verse como una oportunidad para que Dios refine nuestro carácter y revele un beneficio mayor. Es esencial permanecer agradecido contandoconscientemente tus bendiciones actuales: eltecho sobre tu cabeza, los amigos que te apoyan, la fe que te sostiene.
En lugar de obsesionarte con cómo podrías haber evitado la situación, saca las lecciones que te convertirán en la persona que Dios te llama a ser. Lo hecho, hecho está, y lo mejor que puedes hacer por ti mismo es centrarte en mejorar el presente y el futuro, confiando en que Dios puede redimir cualquier fracaso del pasado.
Perseverancia a través de la fe
Por último, debemos unir nuestra fe al trabajo duro para afrontar los retos. Al principio, recuperarse será difícil, pero al final las cosas saldrán bien si aguantas. Como nos anima Santiago 1:3: "Porque sabéis que la prueba de vuestra fe produce constancia".
Fíjese objetivos mensurables y realistas. Si usted es un joven empresario cuyo negocio fracasó, busque mentores sabios y piadosos que puedan ayudarle a guiar su próxima empresa. Tenga en cuenta que cuando usted se esfuerza por lograr algo grande en el plan de Dios, la oposición del enemigo puede ser mayor, y usted DEBE vencerlos en la fuerza del Señor para tener éxito.
En definitiva, cuando las cosas se pongan difíciles, toma la decisión de afrontarlas con una mentalidad centrada en Cristo. Sea cual sea la situación, aprenderás de ella, y te hará más fuerte mientras te preparas para futuras batallas. Da gracias por lo que eres y por lo que tienes, porque has sido creado de una manera maravillosa (Salmo 139:14). Recuerda siempre que tienes el poder de superar cualquier obstáculo gracias a Cristo, que te fortalece (Filipenses 4:13). Cultiva el hábito de la perseverancia para que puedas superar cualquier piedra que se te ponga en el camino. Como el Dr. Martin Luther King Jr. dijo una vez: "Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina; si no puedes caminar, gatea. Por todos los medios, ¡sigue moviéndote!".
¿Qué pequeño paso puedes dar hoy para seguir adelante, confiando en Dios para el resultado?